Ayer jueves tuve el examén de una asignatura clave para entender lo oneroso de nuestro sistema descentralizado. Hacienda Pública.
El entramado fiscal es realmente fascinante, y el reparto del botín también tiene lo suyo. Pero la enseñanza pública universitaria en España tiene grandes escollos que solucionar. Los profesores sin plaza son el cáncer de la universidad. Como todo en esta vida puede tener su parte positiva. Suena muy bonito aquello de: "los profesores contratados, sirven para aprovechar a grandes profesionales que no podrían ejercer a tiempo completo como profesores". Pero del enchufismo, del aquí te pillo aquí te mato por un puesto, del amiguismo... etc. etc. etc. no habla ni el tato.
Así, llenamos al templo de la sabiduría, al "universo" de las ciencias y humanidades de escoria barata, bueno barata barata... digamos pués de escoria infinitamente costosa en terminos de coste/productividad. En una carrera como la Administración de Empresas se te cansan los oídos de escuchar hablar de productividad, de elasticidades cruzadas, de precio, de costes medios, pero si algo me ha enseñado es algo que me parecía imposible hasta que conocí a parte abundante del profesorado. La LRD, Ley de Rendimientos Decrecientes, argumenta que los rendimientos de todos los factores productivos al tender a infinito tienden a ser negativos, es decir que llega un momento en el que introducir una unidad más de un factor productivo en vez de aumentar el rendimiento en valores absolutos los reduce. Esto parece ilógico pero creeanme si les digo que asistiendo a un clase magistral de Hacienda Pública no sólo no aprenderan nada sino que olvidarán algo que tenían aprendido.
viernes, 11 de diciembre de 2009
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