lunes, 5 de octubre de 2009

El 17 ese número maldito segunda parte

Señores olvídense del 13 y del 666 está demostrado que el número al que debemos temer los españolitos de a pie, los que pagan los despilfarros de nuestra mayor casta parasitaria es el 17. Además de 17 ministerios también tenemos otros 17 derroches que además de no servir para nada bueno son el cáncer de nuestro país. Sí, hablamos de las CC.AA.



Nuestro bien amado Manolo Fraga además de jodernos bien jodidos en Galicia nos dejó a nivel nacional otros dos regalos uno, la puta Constitución, que no es otra cosa que una auténtica bajada de calzoncillos ante los nacionalismos y papel higiénico para los demás, eso sí de doble capa. Y dos el embrión de un partido al que le faltan los cojones para ser de derechas y pasarse por el arco de triunfo las menciones al fascismo o al franquismo a las que siempre recurren los rojos retrógrados.



Mientras España sufre los nacionalismos se frotan las manos. A la hora de trabajar unidos cada basura comunitaria tira del ascua para acercarla a su sardina, aunque sea para quemarla. Con tal de chupar de la teta del súbdito, pues no somos ciudadanos (nosotros a pagar y a callar que no se nos ha preguntado nada), se inventan comunidades como la de Madrid, surgen nacionalismos que en la vida habían existidos como el canario, el balear, el andaluz... surrealismos varios que pagamos todos.

17 presidentes autonómicos a los que pagar sueldo, choza, material, coche oficial, 'choffer', seguridad, protección, dietas y lo que es peor un presupuesto y capacidad para sacudirnos los bolsillos cuando le venga en gana. Muy util esto de las autonomías, sobre todo si te dedicas al vil arte del robo de guante blanco, aunque algunos ya lo tienen negro de tanta práctica que ya hasta dejan huellas como Chaves con su familia y su ahijada, Ángel Quintana (Anxo para sus amigos los bloqueiros) con su amigo constructor -sí, aquel del barco, el de la bandera española-, etc.

Recapaciteny mediten si todos estos gastos y también algún otro social; como las disputas sobre toponímicos, lenguas, enseñanza, etc. están justificados

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